Con la manipulación y el cambio de los agricultores hacia una mentalidad de producción
industrial, ha habido un incremento de prácticas degradadoras y extractivas, tanto en los países industrializados como el resto del mundo, todo ello sin tener en cuenta a LA TIERRA. Se nos ha dado una imagen de un falso progreso, de una productividad infinita, con lo que se consolidaron formas de agricultura intensivas en el uso de productos agroquímicos para la regeneración de la fertilidad y, con ello, muchos agricultores han perdido toda la relación con el suelo y el respeto a los ciclos vitales de la materia orgánica y su relación con la fertilidad sostenida del suelo.
Hoy en día, los nutrientes, en gran parte, no provienen de suelos biológicamente activos, sino de la industria con gran costo de capital y energía, tales suelos son sobreexplotados y, cada día, se empobrecen y agotan más.
En nuestro huerto tenemos que cambiar ese «chip» de producir sin tener en cuenta el suelo, la tierra donde sembramos y plantamos. Es un organismo vivo.